Historia de nuestros Himnos Pentecostales

En pleno auge de la música de alabanza y adoración, de la cual no soy detractario, pero tampoco asiduo auditor, no pocos se atrevieron a decir que los himnos Pentecostales iban a pasar de moda y que la iglesia en sí iba a tener que actualizarse en cuanto a los cánticos. de no ser así,su congregación sería mayoritariamente de adultos y ancianos.
Que idea nada más alejada de la realidad; ahora son esas mismas personas, las que deben ir cambiando sus cantos en las congregaciones, por aquellas que estan de moda, para poder mantener a sus jóvenes dentro de las iglesias y de verdad que es una pena esta situación.
Lo cierto es que cada canto que compone el himnario Pentecostal, tiene un origen de una vivencia de su autor y lo que es más importante, su inspiración, provista por el espíritu santo. Es que ninguno de ellos fué creado pensando en entretener o tocar los sentimientos del ser humano que ni sus propios autores pensaron que estos himnos se perpetuarian a traves de los tiempos. Algunos con palabras sencillas, otros con humildad, describen lo que Dios ha hecho y representa para ellos. Lávame en tu sangre Salvador, límpiame de toda mi maldad, Cariñoso salvador, Padre a tus pies me postro, son letras o exclamaciones que nunca, pero nunca deben faltar en nuestros labios. La adoración y la alabanza a Dios, no depende de un ritmo lento o rápido, lo que busca el Padre, son adoradores en espíritu y en verdad.
Damos gracias a Dios que estos hombres y mujeres, nos dejaron un legado, un tesoro que todo cristiano debe valorizar.

Historia de Nuestro Himnos
Charles Wesley (1707–1788)

El penúltimo hijo de una familia de 19 hijos, Charles fue uno de los instrumentos humanos, junto con su hermano, John, que Dios usó para impulsar el Gran Avivamiento que transformó Inglaterra. Su primer intento de evangelizar a una tribu de indígenas en Norteamérica fracasó, pues los hermanos Wesley predicaban, pero realmente no conocían a Dios personalmente. De regreso a su país, se dieron cuenta de su necesidad espiritual durante una reunión de oración y se convirtieron al Señor. De allí en adelante predicaron con fervor, usando la música también para comunicar el mensaje bíblico. Charles fue el autor de más de 6.500 himnos, algunos de los cuales cantamos hoy, tales como “Oh que tuviera”, “Maravilloso es el gran amor”, “Oid un son en alta esfera”, “Cariñoso Salvador” y “Con las nubes viene Cristo"

“Cuan grande es Él”, Carl Boberg.

Un soleado día en 1885 el pastor y senador sueco, Carl Boberg, regresaba de una reunión. Se encontraba caminando por el campo cuando súbitamente fue alcanzado por una tormenta veraniega. Al refugiarse entre unos árboles mientras escampara. Boberg, reflexionó en la grandeza de Dios, y así nació “Cuán grande es Él”. Fue traducido al alemán en 1907 y luego llevado a Rusia en 1912, 5 años antes de la Revolución. Un misionero inglés, Stuart K. Hine, lo aprendió en ruso y lo tradujo, agregando la cuarta estrofa en 1948, y luego fue traducido al español en 1958, por un argentino.

La primera y tercera estrofas se basan en el himno original de Boberg, la 2ª nació es Rusia, y la 4ª en Inglaterra. A través de 70 años y 5 idiomas nos ha llegado este majestuoso himno que une los corazones del pueblo de Dios, sin fronteras, para alabar al Creador Omnipotente.

Juan Bautista Cabrera (1837-1916)

Desde su infancia, Juan Bautista Cabrera sentía gran sed espiritual, y a los dieciséis años ingresó a una orden religiosa. Estudiaba la Biblia en secreto, pues era prohibido en esa época en España. Huyó a Gibraltar donde recibió a Cristo como Salvador personal, a su amigo y eterno bien, como dice el himno que tradujo “Cuan Dulce el Nombre de Jesús.” Con gran gozo y paz regresó a España para compartir su fe por medio de revistas, la predicación y la música. Mientras organizaba iglesias, también publicaba himnarios y daba clases de canto. Se radicó en Madrid, donde ocupó importantes cargos de liderazgo en la obra evangélica. Sin embargo, hizo su contribución mayor en el área de la himnodia cristiana, ya que sus himnos han sido de bendición para un sin número de creyentes.

Cabrera aparece como el compositor o traductor de muchos himnos. Tradujo los himnos “Santo, Santo, Santo”, “Castillo Fuerte”, “Al trono majestuoso”, “Venid fieles todos”, “El Señor resucitó”, “A Jesucristo ven sin tardar”, “De la Iglesia el
fundamento”, “Grato es decir la historia”, “Dulce Oración” y “Firmes y Adelante” entre otros y escribió la letra de “Nunca Dios mío”, “Suenen dulces himnos”, “Gloria a Dios en las Alturas”, “Amémonos, hermanos” y “Supremo Dios”.


Fanny J. Crosby (1820-1915)

La abuela mecía a su pequeña nieta, prometiéndole ser sus “ojos”. La recién nacida había quedado ciega como resultado de una receta médica equivocada. En el regazo de su abuelita, Fanny aprendió de memoria muchos libros de la Biblia. Le entregó su vida a Cristo a los 31 años. Después, con todo el conocimiento bíblico que tenía, escribió unos 9.000 himnos.

Siempre oraba al Señor pidiéndole su dirección antes de escribir cualquier himno, pero un día no encontraba las palabras para cierta composición musical que le habían asignado. De repente se acordó que no había orado y se arrodilló para encomendarle el asunto a Dios. El resultado feliz de la oración fue que Fanny pudo dictarle a su secretaria todas las estrofas del himno “Lejos de mi Padre Dios”.

En cierta ocasión, alguien quiso consolarla por la tragedia de ser ciega. Ella respondió que no se lamentaba, pues al llegar al cielo el primer rostro que vería sería el de su Salvador.


William J. Kirkpatrick (1838-1921)

Desde muy joven William sintió vocación por la música, y a los veintiún años de edad ya había editado su primera colección de himnos. Sin embargo, no fue sino hasta cumplir los cuarenta años que pudo dedicarle todo su tiempo a la profesión musical. Tuvo que prestar servicio militar, y luego trabajó como carpintero, y abrió una mueblería.

Seguramente cantaba mientras pulía madera, y las melodías que compuso a lo largo de su vida han perdurado como favoritas. Compuso la música de los himnos “Al rústico pesebre”, “El fiel Consolador”, “La Palabra del Señor”, “Nuestra vida acabará” al cual también es autor de la letra, “Comprado con sangre por Cristo”, “Un gran Salvador es Jesús”, “Mi fe descansa en Jesús”, “Cuán dulce es confiar en Cristo”, “Que mi vida entera esté” y “Rey de mi vida”. Falleció mientras escribía la segunda estrofa de un himno que habla de confiar solamente en Jesús para la salvación.


John Newton

El autor ”Sublime Gracia” sabia de qué escribía. Solo la gracia divina lo pudo cambiar de un hombre duro y degenerado a un siervo útil de Dios. John Newton perdió a su madre piadosa cuando era niño y no siguió su ejemplo de fe. Comenzó una vida de marinero a los once años, y con el tiempo, se dedicó a transportar esclavos del Africa. Cayó en una situación desesperante debido a los vicios, y en varias ocasiones Dios le libró milagrosamente de peligros. A pesar de ello, Newton seguía resistiendo el
llamado del Señor. Por fin, después de casi naufragar en una tempestad, se convirtió y su vida cambió radicalmente. Llegó a ser pastor, y escribió este himno como testimonio de la asombrosa gracia de Dios demostrada en su vida